2020: Un año de Pandemia, Cuarentena, Protocolo y… ¿Salud Mental?
- Nicolas Ramos
- 3 oct 2020
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 22 nov 2020
El 2019 se despedía de nuestro país con cambios muy certeros a nivel política, cultural y social, nuevas metas, proyectos, planes de trabajo se vean en el horizonte de esta tierra Latinoamérica, con ansias de crecer, ayudar a su gente por aquellas crisis atravesadas, disfrutando de una temporada de verano, cargada de distensiones, momentos de alegría, espacios de encuentros y nuevas visiones para nuestra sociedad.
Aquellas comunidades que habían sufrido los vestigios de la inflación a mediados de este año, contemplaban nuevas posibilidades de conciliar un sustento y aporte para aquellas problemática que no daba tregua.
Sin embargo, nadie esperaría que el año 2020, sería un momento de desconcierto, cambios, nuevas metodologías, protocolos, procedimientos que deberíamos afrontar como sociedad argentina, y que el sistema de salud, el cual contaba con algunas fallas y necesidades, sería el escenario de una conflictiva mundial.
El coronavirus (COVID-19) es una emergencia de salud pública con impactos multidimensionales inmediatos y a largo plazos, no tan solo en Argentina, sino en los diversos países del mundo, evaluando las esferas de interacción de cada uno de ellos. Según los estudios realizados por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad (2020), los efectos se intensifican en aquellas poblaciones o comunidades más vulnerables como las familias que viven en situación de pobreza. Donde las desigualdades en el acceso a servicios de salud, a esquemas de protección social y de ingresos, la posibilidad de adquirir alimentos nutritivos, la usencia de infraestructura de saneamiento e instalaciones de agua para el lavado de manos en los hogares, la falta de opciones de conectividad y de aprendizaje remoto o a distancia, pueden ampliar brechas de inequidad en el ejercicio de derechos.
Dese la gestión pública, el gobierno tuvo que repensar sus estrategias para afrontar estos desafíos, en donde los sistemas de protección social constituyen una herramienta central. Implementando políticas de protección de empleo y salarios, fortaleciendo programas de prevención de violencia en los hogares y contra las mujeres, entre diversas medidas de esta índole.
La pandemia a nivel mundial de coronavirus, trajo consigo un cambio en diversas materias, implementación de nuevas técnicas o herramientas tecnológicas que no se encontraban en uso, los ámbitos de trabajo cambiaron, se intensificaron las medidas de limpieza y prevención de contagio, se detuvieron los transporte, las tareas no esenciales debieron parara, el mundo tuve que definir aquello llamado URGENCIA, y a su vez el mundo dio un paso atrás en su avance continuo a la modernización, para descansar y pensar en frío qué medidas tomar frente a dicha enfermedad.
Pero en todo este panorama pandemia algo que fue tomando importancia y protagonismo, es el ámbito de la Salud Mental de la comunidad. Según lo define la Ley 26. 657 Ley Nacional de Salud Mental, en su art. 3; se reconoce a la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implican una dinámica de construcción social vinculada a los derechos humanos y sociales de toda persona. Sin embargo las medidas tomadas a nivel nacional, influyen en la aplicación de dicho concepto y mas en tiempos de pandemia.
Desde el marco, de la Salud Mental, entendemos que la misma representa una construcción social que implica un enfoque de derechos, incluye necesariamente a la comunidad como el ámbito privilegiado para preservar y recuperar el lazo social en el padecimiento mental. Un lazo social que no es natural y se constituye en el sujeto a partir de otro y con otros. Según Ardila, S. y Galende, E. (2009), la mayor parte de los padecimiento mentales afectan en el sujeto su capacidad social, condiciones subjetivas para vivir con los otros, soportar los conflictos de la vida, desarrollar habilidades para generar vínculos satisfactorios. Pero es aquí donde la creación o formación de dichos vínculos se dificultan debido a las medidas tomadas en su primeros meses del Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO), los contextos familiares cambiaron rotundamente, los adulto mayores tuvieron que ser recluidos del resto de su familia a fin de evitar los contagios, los niños, niñas y adolescentes debieron minimizar sus salidas al exterior, a fin de no ser expuestos a situaciones de contagio, dejando a las personas adultas como únicos actores sociales con posibilidades de mantener su contacto con el exterior y volviéndolos los actores responsables de diversas tareas dentro de sus hogares.

La Salud Mental Comunitaria implica una apuesta, pero también una práctica, donde la intervención, a través de estrategias concretas en el campo de la salud, exige el trabajo en equipo, el accionar de redes, abordaje interdisciplinario y participación de distintos sectores de la sociedad. La participación de los actores sociales, los sectores como educación, instituciones de barrio, son de suma importancia para unir esfuerzos y plantear estrategias alternativas de intervención a favor del desarrollo de la Salud Mental.
En este nuevo escenario al que nos enfrentamos, entran en juego algunos ejes pertenecientes a este aspecto de la salud comunitaria como es los niveles de atención primaria y los Equipos de Salud. Desde una perspectiva integral, la Atención Primaria de Salud (APS), se considera una estrategia re ordenadora de los sistemas con lógica universal y basada en la idea de derechos. Por el contrario la pandemia vino a resaltar e intensificar aquellas necesidades de reforma en el Sistema de Salud, debido no tan solo a los ajustes del gasto social, sino también, de las ineficacias propias del sistema. Saturación y una demanda creciente sin control que coloco a nuestra comunidad médica al borde del colapso sanitario. Sin embargo, durante este proceso es donde entran en juego aquellos bien mencionados Equipos de Salud; grupos interdisciplinarios formados con objetivos similares, ya sea para una actividad comunitaria o para acciones más internas en los servicios de salud.
En estos equipos se encuentra fuertemente enraizada la noción de resultados. El resultado es una función de los objetivos propuestos previamente. Donde se hace propicio una mirada integral y abarcadora de la compleja realidad que se presenta en nuestra comunidad. (Spinelli, H., 2010)
Durante los inicios del ASPO, varias instituciones privadas como públicas, fueron víctimas de etapas de ansiedad, incertidumbre, angustia, falta de información, desconcierto con respecto a lo que se debía esperar del brote de COVID-19, sistema sanitario preparo sus profesionales médicos, indago en las indicaciones y procedimientos médicos que debían seguirse ante los posibles casos clínicos de personas de riesgo. Se comenzó a implementar medidas sanitarias para la desinfección de superficies, la utilización de tapa bocas o barbijos, el uso de alcohol en gel, lavandinas y otros productos, que resultaran beneficiosos para el resguardo de la población Argentina. Aun así, algo quedaba en el aire, había un área que se encontraba involucrada de manera directa, de la cual se necesitaría preparar a los profesionales y la población en si, como lo fue el plano de la Salud Mental.
Psicólogos y Psiquiatras, junto a diversos profesionales, se encontraron en un escenario muy distinto al habitual, diminución de sus consultas presencial, determinar la urgencia de casos a ser atendidos de manera presencial, utilización de medios electrónicos para asistencia, búsqueda de nuevas maneras de conectarse o generar un vínculo terapéutico a través de una pantalla, nuevos encuadres terapéuticos, nuevas herramientas para implementar en cuanto a ética profesional, etc.
La cuarentena ubicó a la Salud Mental, en un espacio protagónico junto a las demás áreas de la medicina, diversos padecimientos mentales, problemáticas sociales, educacionales y económica despertaron en la comunidad un proceso traumático y de ansiedad generalizada frente a una nueva amenaza sanitaria, donde los profesionales involucrados necesitan analizar su contexto y determinar cuáles han sido sus efectos a corto, mediano, largo plazo en la comunidad Argentina.
Según las encuestas y estudios realizados por UNICEF, en Argentina, a una población de 2525 hogares con niñas, niños y adolescentes, con representación nacional y regional, se logró determinar algunas dimensiones, que mostraron ser significativas, para conocer los efectos iniciales generados por el COVID-19 en nuestro país;
· Percepciones sobre las medidas de ASPO y DISPO
· Medidas de prevención y salud
· Ingresos del Hogar
· Acceso a transferencias sociales
· Alimentación
· Primera Infancia
· Educación
· Dinámicas y Violencias en el Hogar
· Actividades en el Hogar
· Salidas Recreativas
· Percepciones de Adolescentes de 13 a 17 años.
Destacando las dimensiones más relevantes para esta nota, podríamos decir que en el 19% de los hogares se identificó que hay más enojos y discusiones; un 43% entre adultos, 20% entre adultos e hijos e hijas y 21% entre los hijos e hijas. Mientras que en el 1.3% de los hogares se vivieron situaciones de violencia familiar durante la cuarentena. Con relación a la Violencia física hacia las mujeres la misma se ha triplicado, era el 0.13% en abril.
Por otra parte, se considera de suma importancia, evaluar como este proceso de aislamiento afecto a niveles emocionales con nuestros niños, niñas y adolescentes. El 36% de las y los adolescentes entrevistados presentaron algún sentimiento negativo, siendo que se siente asustado/a (24.7%), angustiado/a (26.8%) o deprimido/a (11.2%). Además, el 73% de los adolescentes refiere está más tiempo frente a las pantallas desde que comenzó la cuarentena.
Al evaluar los resultados obtenidos, los profesionales del ámbito en salud, debemos comenzar a repensar la manera de trabajar en nuestros ámbitos laborales, contextualizando los casos que llegan a nuestras consultas o sedes de trabajo. Se debe comenzar a generar medidas preventivas y de promoción de la salud, recordemos que la Carta de Ottawa expone en unos de apartados; “La Promoción de la Salud radica en la participación efectiva y concreta de la comunidad en la fijación de prioridades, toma de decisiones, elaboración y puesta en común de estrategias de planificación para alcanzar un mejor nivel sanitario, La fuerza motriz de este proceso proviene del poder de las comunidades, posición y control que tengan sobre su propio destinos”.

En el nuevo contexto que atravesamos se hace necesaria La creatividad colectiva como potencia clave de las intervenciones junto a la comunidad. La creatividad es siempre actividad, pero no toda la actividad es creadora. Los momentos creadores son acciones originales que conducen al cambio de la realidad, a la transformación de la experiencia.
La inclusión de procesos de creación colectiva en prácticas comunitarias de salud permite a sus integrantes abandonar el lugar de individuos aislados, cuya posibilidad más cercana de satisfacción de necesidades vinculares y afectivas suele ser mediatizadas. En este sentido, las experiencias de intervención comunitaria, a través del arte y el juego, se constituyen en estrategias privilegiadas de desarrollo de la creatividad, ya que están orientadas a desarrollar recursos creativos inter-subjetivos para poder enfrentarse y resolver luego exigencias cotidianas de forma activa y novedosa. (Bang, C. 2014)
Frente a esta situación, podemos decir que la responsabilidad ética de nuestra labor como psicólogos implica la compresión totalizadora de la realidad. Ya que la realidad es compleja en sí misma, necesitamos de otras disciplinas para su abordaje; interdisciplinario. (Jáuregui, S. N., Majluf, P., 2018).
El proceso de pandemia que atravesamos a nivel mundial, aun no a terminado, en los horizontes de esta realidad aun evaluamos cuáles serán los siguiente pasos que se darán junto a la comunidad, como en sus distintos estratos, políticos, sociales y económicos, los cuales resultaron mayormente afectados. El coronavirus nos expuso con una realidad para la cual no conteníamos herramientas puestas en prácticas que debieron ser utilizadas y aprendidas a la vez, sin embargo, consideremos que todo cambio en las personas o comunidades generan inquietud, temor e inseguridad, es por ello que debemos comenzar a conciliar equipos de profesionales en diversas áreas públicas como privadas, con equipos interdisciplinarios que puedan responder a diversas demandas, redes institucionales para agilizar las derivaciones o consultas en función de algunas temáticas prioritarias para los equipos de salud. Además proyectar nuevas metas, planes y proyectos relacionados a la gestión publica que resulte de beneficio para lidiar con las demandas actuales.
Bibliografía
· Bang, C. (2014). Estrategias comunitarias en promoción de salud mental: Construyendo una trama conceptual para el abordaje de problemáticas psicosociales complejas. Psicoperspectivas, 13(2), 109-120. Recuperado de: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?pid=S0718-69242014000200011&script=sci_arttext&tlng=en
· de Senadores, C., & de la Nación Argentina, D. (2013). Ley Nacional de Salud Mental. Estrategias-Psicoanálisis y Salud Mental. Recuperado de: http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/30568
· Grundfel, Majluf, P., Palomo, G. (2014) . Trabajo En Equipo. Modelo de Atención. Universidad Nacional del Sur. Hospital Militar Bahía Blanca, Argentina.
· Jáuregui, S; Majluf, P. “LOS PSICÓLOGOS Y LA INTERDISCIPLINA. ARTICULACIÓN ÉTICA”. En: “Psicosis Actuales. Locura y Alienación”. Trìmboli, A., Grande, E., Raggi, S., Fantìn, J., Fridman, P., Bertran, G. (Compiladores). 1° Edición. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Asociación Argentina de Profesionales de Salud Mental. AASM.2018. ISBN 978-987-45937-3-3.
· Majluf, P. (2015) “ATENCION PRIMARIA DE LA SLAUD Y ENFOQUE DE DERECHOS. UNA MIRADA COMUNITARIA DESDE LOS INICIOS HASTA HOY”. IX Congreso Argentino de Salud Metal. CABA. Argentina
· UNICEF. Encuesta de Percepción y Actitudes de la Población. Impacto de la pandemia COVID-19 y las medidas adoptadas por el gobierno sobre la vida cotidiana”. Buenos Aires: UNICEF

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